El servicio como estilo de vida

“Usted es la imagen de la empresa”

¿Alguna vez ha escuchado esto?

Durante muchos años pensé que eso era así, hasta que un día tuve una experiencia que marcó mi vida y cambió por completo ese concepto. Quiero explicarle los dos enfoques que tiene esta frase.

PRIMERO

¡USTED ES SU PROPIA IMAGEN!

Si usted brinda una buena o una mala atención al cliente, su imagen se verá directamente afectada.  Si bien es cierto, su actitud tiene un efecto directo en la imagen positiva o negativa de la empresa, si su cliente se queja, la empresa perfectamente podría sustituirlo y continuar creciendo, con o sin usted.

Cuando brindamos un buen servicio al cliente, lo primero que debemos de tener presente es: ¿qué necesidad estoy satisfaciendo? Somos un canal de satisfacción de necesidades, la solución a un problema, la primera imagen en la cabeza de esa persona que llega en búsqueda de algo y que nosotros vamos a proporcionar…

Esa primera impresión que generamos ante el cliente es pilar y puede ser el inicio de una fuerte relación comercial y, por qué no, hasta de una buena amistad. Es muy probable que, si brinda un servicio excelente, ese cliente regrese a buscarle directamente. Y el día en que se entere que ya no trabaja en la empresa, lo lamentará y si lo llega a ver en otro lugar, querrá que usted le atienda.

Cuando las personas aprendemos a vivir dando servicio, este deja de ser una “herramienta de trabajo” puesta en práctica solo para cumplir con el objetivo de la empresa.  Si vemos más allá, nos damos cuenta de la gran oportunidad de crecimiento personal y profesional que tenemos, cada vez que interactuamos con otra persona. Somos seres muy visuales y emocionales. Esa primera impresión que dejamos a nuestro cliente nos determinará ante él y ante quien sea testigo del acto.

Cuando el acto de prestar servicio se vuelve un estilo de vida, disfrutamos tanto de ello y lo hacemos con tanta entrega que pasamos de la etapa “yo trabajo” a la de “yo hago lo que me gusta”. Así comenzamos a ver todo el ambiente laboral con otros ojos.

La sonrisa, la mirada, el tono de voz, el vocabulario y la presentación personal, son muy importantes, pero un servicio de calidad es mucho más que eso. Inicia desde la fabricación del producto hasta la entrega final. La clave del éxito es que las personas que se encuentran en cada uno de esos procesos, tengan claro estas tres preguntas básicas.

  1. ¿Quién soy?

Debemos de aprender a conocernos primero a nosotros mismos para poder manejar nuestras emociones y comprender de una mejor manera a nuestros clientes.

  1. ¿Qué hago aquí?

¿Sabe realmente qué hace en su trabajo? Si solamente está en un trabajo de paso, ya sea para lograr una meta, hacer experiencia o satisfacer una necesidad, haga que, sea cual sea su caso, ese tiempo sea agradable y de calidad. Busque un sentido más allá de lo que hace, preguntándose, por ejemplo:

¿Vendo un producto de salud ocupacional? o ¿vendo protección?

¿Vendo materiales de construcción? o ¿vendo un sueño de vivienda?

  1. ¿Cuál necesidad estoy supliendo?

Tener claro cuál es la necesidad que satisface al prestar su servicio, le permitirá valorar y darle un sentido especial a lo que hace. Además, le permite ser más preciso con las expectativas del cliente.

SEGUNDO

LA IMAGEN DE LA EMPRESA”

Al realizar bien su trabajo,  usted se proyecta como un colaborador competitivo, valioso y de soporte para uno de los factores de éxito estratégico de las empresas:  la imagen.

Aprendamos a disfrutar del servir a los demás, llámese clientes, jefes o compañeros de trabajo. El ayudar a quien lo necesita en el momento preciso, sin duda alguna, le generará una gran satisfacción y crecimiento personal

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Acerca del Autor
Alejandra Varela

Asesora empresarial / Docente Universitaria